La Religión Andina

Al igual que en los tiempos de los romanos, los incas permitieron que las culturas que integraron en su imperio mantuvieran sus religiones individuales. A pesar que los incas se valieron de refinadas astucias para apropiarse de sus dioses de los pueblos conquistados. Pero en el caso del dios Pariacaca haber nacido de cinco huevos en el cerro Condorcoto, fue extraordinario, porque seguía representando su poder religioso y político, a pesar que fue amenazado por otros dioses como Huallallo. Utilizando sus poderes hizo concebir las más grandiosas esperanzas religiosas de los espíritus de la gente andina de Huarochirí.

Con respecto al relato del manuscrito de Huarochirí, uno puede descifrar que el concepto religioso andino, en cierta forma, se aparece a un nivel u otros niveles del hebreo o del Antiguo Testamento bíblico, o quizás a un concepto cercano al Nuevo Testamento. En la religión Andina, se manifiesta de forma evidente, se ofrecían sacrificios de animales como llamas a sus dioses, así es como encontramos en el caso sobre la creencia en el dios Pariacaca. Se encuentra también otro elemento que forma parte de la historia religiosa inca, un caso importante de atreves del diluvio que ocurrió en Huarochirí, similar a la descripción bíblica del diluvio universal.

Al igual que la Biblia, el manuscrito describe la antigüedad como la historia de los ancestros héroes que comparten una ascendencia común y una relación similar, con un pacto a una deidad étnica, incluido un episodio que se asemeja al sacrificio evitado por Abraham de su hijo Isaac. Este tema es recopilado como un conjunto de Ayllus, cada uno de los cuales se consideraba la progenie de un antepasado focalizado. Lo más esencial fue en el ambiente religioso entre el bien y el mal. El bien fue representado por los actos buenos de Pariacaca y el mal fue representado por los actos de Huallallo.

No es casual que las fuentes de información prehispánica nos ilustre sobre la tradición religiosa de Huarochirí. La gente andina realizaba su culto a sus muertos en las montañas del Pariacaca. Según Salomón Franco y Jorge Urioste, describen que la gente antigua en la región ofrecía alimentos a los espíritus de los muertos durante la Festividad del Pariacaca. Por ello era motivo de peregrinación que definían los extremos de un vasto espacio sacralizado que era unido por el Camino Inca. En dicho espacio se realizaron las hazañas del dios Pariacaca y Pachacamac, quienes eran los héroes de los pueblos de la costa y sierra de Lima, que son representados en el manuscrito. Esto nos describe cómo los antiguos pobladores pensaban que era necesario adorar a su dios Pariacaca y Pachacamac en la costa.

En aquellos tiempos, cuando una persona se daba por declarado muerto, la gente colocaba el cuerpo a fuera de la habitación hasta que hayan pasado cinco días. La creencia de la gente era que el muerto iba a retornar en cinco días, por eso decían vamos a esperar. Después de los cinco días, la gente creía que el espíritu del muerto se convertía en el tamaño de una mosca, que volaría hacia el lugar de Pariacaca, porque Pariacaca para ellos era el fabricante y el medio de la vida. Por esa razón la gente viajaban a las montañas del Pariacaca para venerar y llorar por sus muertos y darles sus alimentos. La gente antigua de todas las cuencas de la provincia de Huarochirí y Yauyos, recordando esas comidas favoritas del muerto, las personas que todavía no se habían convertido a la Cristiandad llegaban al santuario del Pariacaca con todos sus ofrecimientos.

En 1570, llegaron al área de Huarochirí los misioneros Jesuitas, con la intención consciente de popularizar la religión cristiana en quechua, luego promulgar las historias de la Biblia, que lo llamaban las historias sagradas. Durante la celebración de Corpus Christi, llegaron del Cuzco los nobles llamados “Los Ingas”, quienes danzaban y cantaban melodías tristes con sus letras de alabanzas a su dios el sol. Pero los Jesuitas lo adaptan estos canticos con alabanzas a Cristo, que fueron usados en las próximas misas. Así pues es algo similar que más tarde la gente andina entiende que el bien es Cristo y el mal es el diablo.

Sin embargo, el culto al Pariacaca era tan poderoso, que en el siglo 17 se produjo una intensa campaña para exterminar la idolatría en la región de Huarochirí, porque la gente antigua en la región realizaba su culto a las huacas en la Montaña de Pariacaca. Un grupo de frailes fueron enviados a escalar hasta las alturas de los nevados para destrozar a las huacas, se cree no tuvieron éxito. Así es como Francisco de Ávila de San Damián llega a Huarochirí, para realizar la campaña de extirpación de idolatría que los mayores de edad practicaban. Ávila después de su trabajo y análisis, concluye que los mayores de edad en realidad eran magos andinos, mejor dicho sacerdotes andinos, y no brujos como creían los españoles.

Este testimonio hay que resaltarlo, porque como consecuencia del fanatismo y la ignorancia sobre la tradición religiosa andina, los españoles llegaron sin información cultural, solo cumpliendo sus deberes de la corona como colonizadores, no dejaron descendencia como lo han hecho en otros lugares de Perú, porque creían que las mujeres eran hijas de brujos. Así pues, Huarochiri permanece virgen, sin cruce con sangre extranjera. Quizás para proteger a las “Ingas”, quienes eran chicas danzantes, eran ñustas vírgenes, eran la flor, que no sean abusadas y ultrajadas.

© Pedro Pablo Inga Huaringa